Cuanto cuesta en curarse la ansiedad


¿Realmente alguien puede preguntarse por qué estamos interesados en saber cuánto cuesta en curarse la ansiedad?

Cuanto cuesta en curarse la ansiedad
Para aquellas personas que hemos padecido o padecemos de ansiedad esta pregunta es la más lógica del mundo, aquellos que no lo entienden simplemente son personas que no han padecido nunca el trastorno y no han conocido (o no han escuchado) a personas que sí lo han padecido. La ansiedad, el trastorno de ansiedad, es un trastorno altamente estigmatizarte, traumático y doloroso, un trastorno que ha venido a nosotros sin que lo llamáramos ni hiciéramos nada para merecerlo. Un trastorno que queremos quitarnos a toda costa, lo más rápido posible porque “simplemente” queremos recuperar nuestra vida.

De la misma manera que cuando nos rompemos una pierna, tenemos descomposición o simplemente tenemos un resfriado, buscamos rápidamente la solución y queremos que esta incluya no solo los pasos a seguir sino una previsión del tiempo que vamos a tardar en curarnos, cuando tenemos un trastorno de ansiedad queremos que nos respondan a

¿Cuánto va a tardar en curar la Ansiedad?



En otros artículos que leerás o has leído comienzan a divagar sobre las consideraciones, particularidades y las dificultades que puedes encontrar en tu tratamiento, en esta bitácora nos hemos autoimpuesto la intención de ser lo más directos, claros y sinceros contigo y por eso te decimos desde ya que: Nadie puede hacerte un pronóstico de cuánto tiempo vas a tardar en curar la ansiedad.

¿Sigues ahí? Bien, eso quiere decir que eres del tipo de personas que está realmente interesado en entender qué es la ansiedad y cómo se cura. De las personas que entiende que la ansiedad como trastorno de la manera de percibir la realidad requiere de tú participación activa (te recomendamos leer nuestro artículo Curar la ansiedad: Proceso activo ), de esas personas que - permítenos la licencia de optimismo y que te lo predigamos - tienen la actitud necesaria para superar el proceso de manera más rápida.

Cuanto va a tardar en curar la ansiedad
De la misma manera que cuando has tenido un resfriado, dependiendo de cómo seas, el proceso de curación de habrá llevado desde unos pocos días a bastantes más y que probablemente el resfriado en ti no dure siempre lo mismo, lo mismo ocurre cuando intentamos generalizar cuánto tiempo tarda en curarse un resfriado: habrá personas que se tomaran una aspirina, lo sudarán por la noche y a la mañana siguiente de encontrarán como nuevos y otras que lo cogerán cuando se aproxima el otoño y no sean capaces de deshacerse de él hasta bien entrada la primavera. No existe un tiempo exacto de curación de ninguna enfermedad y, mucho menos, cuando tratamos de un trastorno que afecta a nuestra manera de percibir la realidad como es el trastorno de ansiedad.

Dicho esto también debemos hacer dos puntualizaciones que creemos son muy importantes para ti (por lo menos lo fueron para nosotros):

  • La ansiedad tiene cura.

    Por desgracia y suponemos que por desconocimiento, está demasiado extendida la creencia de que la Ansiedad es un trastorno sin solución. Las personas que tenemos la desgracia de caer en los brazos de la ansiedad jamás podremos abandonarlos, pudiera ser que notásemos mejorías momentáneas, pero es un trastorno que nos acompañará hasta el final de nuestra existencia.

    La respuesta a esta ignorancia es la tozuda realidad y es que el trastorno de ansiedad es superable, que los estudios y las técnicas cada vez están más avanzados y que contamos con innumerables ejemplos de personas que se han curado totalmente y, para las cuales, la ansiedad es solo otro de los desagradables recuerdos que cada vez se alejan más.


  • Puedes necesitar un buen sistema.

    No hemos dicho que superar la ansiedad sea un proceso fácil, aunque hemos dicho que la cura es un proceso que va a necesitar de tu participación activa, tampoco hemos dicho que sea un camino que debas recorrer solo.

    Curar la Ansiedad, como la mayoría de trastornos, es un proceso del que no nacemos aprendidos y, es probable, que necesitemos ayuda y apoyo.

    Esta ayuda y este apoyo lo vamos a poder encontrar en distintas fuentes. Lamentablemente no existe un único sistema con un 100% de eficacia en todas las personas porqué, si fuera así, os podemos asegurar que estaría más que disponible y lo prescribirían todos los especialistas de la salud – sí, os lo aseguramos hasta a los partidarios de las teorías conspiratorias: el descubridor de esta solución, además de muy rico, se haría muy famoso y ese es un caramelo al que solo los honestos son capaces de renunciar y estos lo darían al mundo de manera altruista -.

    No existe un sistema único pero lo que sí es seguro es que cualquier sistema que pruebes debes comenzar a notar sus efectos positivos desde los primeros 10-15 días, de no ser así, ese sistema –sin decir que sea malo – simplemente no es el apropiado para ti.


Son muchas las personas que han tratado de sacar partido del padecimiento de la gente que padecemos de trastorno de ansiedad. Nos viene a la memoria el caso de un sistema que los que actualmente está disponibles en las librerías que garantizaba la curación de todo aquel que lo siguiera en un plazo máximo de 90 días. Aunque hoy en día ya no realizan esa promesa, la realidad es que leyendo el sistema concluía indicando que, si pasado ese tiempo, no habías alcanzado la curación era porque no habías aplicado las técnicas descritas o no lo habías hecho de manera adecuada: vil argumento, pues nos traslada la responsabilidad no haber podido seguir el sistema, cuando en realidad si esto es así es porque el sistema no ha previsto las dificultades con las que vamos a toparnos o, indica que no las hemos aplicado de manera correcta, eximiéndose de su responsabilidad cuando la realidad es que no ha sabido trasmitirlas.

Sabiendo de lo traumático que resulta el trastorno de ansiedad, estamos seguros que no vas a hacer nada que demore un segundo más de lo necesario tu curación y con esa actitud ya tienes un paso adelantado en tú cura de la Ansiedad.




Curar la Ansiedad Aceptándola

Queremos curar la ansiedad, lo primero será saber qué es y lo segundo aceptarla. En este artículo vemos qué es aceptar la ansiedad.


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Lion Mating Ritual - Trisha Shears
Todos los que padecemos ansiedad sabemos de lo traumática que resulta. Todos conocemos como los síntomas asociados a la ansiedad producen dolores físicos reales, como los síntomas cognitivos bloquean nuestra mente hasta hacernos pensar que vamos a perder la razón. Todos conocemos cómo se manifiesta en nosotros y, por eso, hemos aprendido a “respetarla”.

Conocedores de este sufrimiento (que probablemente sólo quien ha padecido la ansiedad es capaz de entender), queremos saber cómo curar la ansiedad. Por ello - como el primer paso en cualquier batalla - intentamos conocer a nuestro enemigo, nos informamos y buscamos hasta saber qué es la ansiedad .

Investigando, aprendemos también que la ansiedad se está enmascarando y está haciéndonos creer que los motivos son causas:

  • Que el trabajo es la fuente de nuestra ansiedad.

  • Que si salimos a cenar o nos vamos de vacaciones, activamos la ansiedad.

  • Que no nos entienden, no nos apoyan y constantemente están sometiéndonos a un estrés que hace que aumente nuestra ansiedad.



Pensamientos erróneos que enmascaran la realidad, una realidad que nos dice que es la Ansiedad la que está impidiendo que disfrutemos de todo aquello por lo que tanto hemos luchado:

  • No es el trabajo la fuente de nuestra ansiedad, es la ansiedad la que impide que desarrollemos nuestro trabajo en condiciones y, con ello, nos introduce en un círculo en el que cada vez resulta más difícil trabajar y con el trabajo se dispara nuestra ansiedad.

  • No es el salir con los amigos, pasear, ir de vacaciones lo que activa la ansiedad, es la ansiedad la que impide que podamos disfrutar de aquello que tanto nos ha costado conseguir.

  • No son los demás quienes nos presionan, es la ansiedad la que nos sume con su dolor y sufrimiento en un estado de irritabilidad y malestar en el que tendemos a malinterpretar a los demás y no podemos aprovecharnos de lo que nos proporcionan, ni siquiera en el amor que nos dan nuestros seres queridos.


Nota: si tienes dudas en sobre este extremo, te recomendamos leer nuestro anterior artículo “Agorafobia: huir de ti” . Pensamos que, aunque no identifiques la agorafobia con lo que te ocurre a ti, te ayudará a entender el proceso de la Ansiedad.


Una vez sabemos que la Ansiedad es nuestro enemigo, que no podemos enfadarnos con el trabajo, las circunstancias ni la gente pues es la ansiedad quien está quitándonos la vida al impedirnos vivirla, que es con la ansiedad con quien debemos molestarnos, ya hemos dado el primer paso hacia su cura.

El segundo paso que deberemos dar para conseguir curar la ansiedad es aceptarla. Y este es el motivo de este artículo, pues debemos evitar caer en un error frecuente y entender que.


Aceptar la Ansiedad no es resignarse



Cuando nos dicen que debemos aceptar la ansiedad, no son pocas las personas que entienden que deben dejar de luchar contra ella y que deben resignarse a padecer sus consecuencias sin combatir, pues al hacerlo, de manera inconsciente, lo que están haciendo es alimentarla. Entienden que deben comportarse con la ansiedad como el mártir que soporta en silencio su sufrimiento, aguantando sin oponer resistencia.

La respuesta es que no es esa la idea. Si nos fijamos en las definiciones de la RAE de estos términos:
  • Resignarse: Someterse, entregarse a la voluntad de alguien.

  • Aceptar: Recibir voluntariamente o sin oposición lo que se da, ofrece o encarga.


Como vemos se trata de dos términos que puede aparentar que tienen cierta similitud pero que, en el caso de la Ansiedad, os aseguramos que no se parecen en nada.


En el campo del entrenamiento personal (el ahora tan afamado “personal coaching”), enseñan que el primer paso para la liberación es la aceptación. Cuando ocurre algo que nos es perjudicial, que nos hace daño, podemos tomar dos caminos:
  • Resignarnos, esto es: lamentarnos de lo ocurrido, desear cambiar el pasado, alimentar la esperanza de una revancha, en definitiva: continuar por la misma senda porque no somos capaces de ver otro camino.

  • Aceptarlo, reconocer que es un hecho, que ha ocurrido y no se puede cambiar. Reconocer que hay un dolor pero que este no tiene porqué ser quien guie nuestra respuesta. Asumirlo y desde esa posición ver cómo la vida nos abre nuevos caminos.

Según esta filosofía, aceptar nos libera y resignarnos nos esclaviza.


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En el caso de la ansiedad, el proceso es el mismo. Somos conocedores de lo doloroso y traumático de este trastorno, somos conscientes de lo difícil que resulta la lucha y, por ello, entendemos la facilidad con la que se confunde el aceptar la ansiedad con el dejar de luchar por superarla.

Al resignarnos a la ansiedad, en cierta medida, lo que estamos haciendo el esquivar la batalla e intentar huir de ella, algo que definitivamente no podemos hacer pues la ansiedad nace de nosotros mismos.

Queremos aprender a curar la ansiedad, porque la ansiedad es un trastorno que nos traumatiza y con el que no queremos seguir viviendo. Nosotros nacimos y vivimos sin ella, no la llamamos, no la pedimos y queremos y tenemos derecho a volver a vivir nuestra vida sin este trastorno.

Cuando decimos que debemos aceptar la ansiedad no estamos diciendo que debamos resignarnos a vivir con ella para siempre. El proceso de aceptar la ansiedad es un proceso de asimilar que está ahí y es así como se manifiesta. Es un proceso de parar y comprender lo que supone la ansiedad de un modo global, sin intentar controlarla, sin intentar luchar, “simplemente” fluyendo con ella. Un proceso que debemos realizar para conocerla, acomodarla en nuestro interior y, desde ahí, comenzar a modificarla, a transformarla para que desaparezca. Parar y aceptar sin resignarnos para, desde ahí, comenzar a curar la ansiedad.




Agorafobia: huir de ti

La Ansiedad se manifiesta en ti en distintos sitios y situaciones. Parece no responder a nada y a todo. Probablemente sea Agorafobia.


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En un caso concreto una persona está caminando por un aeropuerto y, de repente, comienza a sentirse mal, su cuerpo se acelera, se le alteran las pulsaciones, le entran sudoraciones, siente una opresión en el pecho, piensa que va a morir y, como es normal, se asusta. Tras esta experiencia traumática, esta persona deja de ir al aeropuerto puesto que sabe que es un sitio donde se le va a activar la ansiedad. Pasado el tiempo esta situación se reproduce en un centro comercial y la persona vuelve a realizar la misma asociación por lo que deja de acudir a los centros comerciales. Poco a poco la situación va extendiéndose y deja de viajar en trasporte público, acudir a las cenas con los amigos, a recoger al niño al colegio, etc. hasta que su mundo se limita a su casa y es posible que a una única habitación.

Estamos ante lo que tradicionalmente se conoce como Agorafobia, el caso específico de la ansiedad en el que la persona que lo padece tiene temor a enfrentarse a lugares abiertos o lugares muy concurridos.

Es posible que sientas que este no es tu caso, que tú seas de aquellos que continúan forzándose a acudir a todos estos sitios y exponerte a las situaciones aunque sepas que te activan, esto es, notes que se te dispara la ansiedad. Que hayas notado que esta ansiedad se activa en estos sitios, pero se te unen dos cosas: primero, que no siempre ocurre o no siempre con la misma intensidad y segundo, que no creas que se puede establecer una relación, puesto que te ocurre en estas situaciones y en otras totalmente distintas.


En el caso descrito antes, parece que la asociación es sencilla: Como ya estuvimos viendo en nuestro artículo de Qué es la Ansiedad y como se cura, la ansiedad es la respuesta natural que tenemos los humanos para preparar nuestro cuerpo ante situaciones de peligro. Una preparación de acarrea alteraciones en nuestras funciones físicas y psíquicas.

Cuando estás caminando tranquilamente por la acera y de pronto notas como un autobús pierde el control y se acerca peligrosamente hacia ti, cuando estás tranquilamente en tu casa viendo la televisión y se cae una silla a tu lado causando un gran ruido, etc. en estos casos se te dispara la ansiedad pero, por así decirlo, esta ansiedad remite relativamente pronto. Esto es debido a que tu mente rápidamente encuentra el motivo de la activación (autobús, estruendo, etc.), asimila que el peligro ha pasado y desactiva la ansiedad.

Cuando estás en un aeropuerto, un supermercado, paseando por un parque, etc. y la ansiedad se dispara, nuestra mente no tiene con qué asociar esa activación de la ansiedad y busca las razones más extrañas para justificarla, en este caso – normalmente - el lugar donde estamos.

Agorafobia 02
Un caso distinto lo tenemos cuando somos personas que no hemos realizado esta asociación, cuando somos personas que no podemos establecer esta relación causa – efecto. La ansiedad se dispara ante cualquier cosa y – aparentemente – en cualquier situación: en grandes superficies, cuando acudimos al trabajo, en el cine, en la iglesia, en una conferencia, llevando a los niños al colegio, o en cosas aparentemente relajadas y que no deberían activar la ansiedad como cuando estamos visitando a nuestros padres o cuando nos vamos de vacaciones. En este caso no es fácil establecer una relación de cuál es el detonante de nuestra ansiedad.

En realidad sí existe un punto común y, para entenderlo debemos aprender,


Qué es realmente la Agorafobia



Probablemente llevados por la etimología de la palabra, Agorafobia es un término que se asocia en el conocimiento popular al temor a los espacios abiertos, algo que se ha generalizado a un temor a las masificaciones de gente.

La agorafobia tiene la perversión de que produce un efecto de bola de nieve. Un efecto según el cual, comienza en un lugar o situación concreto y va generalizándose creciendo y reduciendo los lugares y situaciones en los que nos sentimos a salvo, llegando a enclaustrarnos en nuestras viviendas o habitaciones.

En realidad con este argumento lo que estamos describiendo es una fobia específica, algo que no difiere mucho de las fobias específicas a las arañas, a las cucarachas o a los ascensores. Este tipo de fobias, aunque frecuentes, suelen tener poco impacto en nuestras vidas, pues es razonablemente fácil esquivarlas.

El problema de la Agorafobia es que no es un temor a una situación o un lugar concreto sino el temor a que algo terrible nos ocurra. La agorafobia es el temor a que se active la ansiedad en un momento en el que resulte inconveniente: que se active la ansiedad, que no podamos controlarla y que en ese sitio o situación y no podamos buscar refugio.


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En el segundo caso, pudiera parecer que no estamos hablando de agorafobia pues, como hemos descrito, la persona que lo padece es capaz de interactuar con estos sitios y situaciones en los que puede activársele la ansiedad. Es capaz de hacerlo puesto que no ha establecido una relación directa, aunque lo hace con reparo pues es consciente de que puede atacarle la ansiedad. La persona de nuestro segundo caso está buscando aquello que es el detonante de su ansiedad y no es capaz de encontrarlo.

Si nos fijamos en el primer caso, estamos hablado de una agorafobia que nos produce aquello de lo que nos informan nuestros sentidos (es lo que en palabras técnicas llaman el sistema exteroceptivo). Nuestros sentidos nos están informando de donde estamos y asociamos esas percepciones como desencadenantes de nuestra ansiedad. Cuando se reproducen sensaciones similares nuestro cuerpo prevé respuestas iguales.

En el segundo caso, el punto común que estamos buscando a todas las situaciones en las que se desencadena nuestra ansiedad no está en el exterior y, por tanto, por mucho que lo busquemos no vamos a encontrarlo. Si nos fijamos sí hay algo que se repite en todos los casos y situaciones: es que estamos nosotros.

La nueva concepción de la Agorafobia tiene que ver con lo que se denomina técnicamente la función interoceptiva: los estímulos o las sensaciones que provienen de los órganos internos del cuerpo y que nos dan información acerca de ellos mismos, por ejemplo: un dolor de pecho o de tripa.

En todas las situaciones descritas, el factor común somos nosotros. Somos nosotros que somos conscientes de que en esa situación, en ese lugar o en alguno similar se nos disparó la ansiedad y estamos, por tanto, alerta. Estamos constantemente escuchando nuestro cuerpo a la búsqueda de señales de que la ansiedad se va a despertar y es precisamente con esa constante búsqueda con la que estamos comprando todos los boletos para que la ansiedad se active.

Es lo que se define como miedo al miedo. Sabemos que a los ansiosos no nos gusta que nos digan que tenemos miedo, pero la realidad es esa: tememos que vuelva a desatarse la ansiedad y todos sus síntomas - que son muy desagradables - y es, por tanto, un temor muy justificado que sólo entenderá quien haya tenido la desgracia de padecerlo.



En todos los casos somos nosotros los que sabemos que en esa situación, de atacarnos la ansiedad, nos pondrá en una situación muy desagradable, nos sentiremos mal, cada vez peor y no podemos escapar. (Piénsalo, ¿Cuántas veces has tenido esta sensación y cuando ha pasado la situación “milagrosamente” se han reducido los síntomas hasta casi desaparecer?).

Esto es a lo que se conoce como Agorafobia: una especialización de la ansiedad en la que quien lo padece teme los lugares o las situaciones en los que la ansiedad puede dispararse, crecer y crecer sin que podamos hacer nada para detenerla y que no tenga fácil el salir, el refugiarse, de este sitio o situación.


Al igual que en el primer caso, cuando hablábamos de las personas que tienen una agorafobia localizada por ejemplo en los transportes públicos, dijimos que este trastorno podría asimilarse a una fobia específica, en el segundo caso, cuando la persona no tiene definido el qué desencadena su ansiedad podríamos estar hablando de una ansiedad generalizada y es que, en realidad, la ansiedad no suele manifestarse de manera clara y única en las personas. Una misma persona puede aunar fobias específicas, agorafobia y trastornos de pánico, mientras que otras pueden tener trastornos de pánico sin agorafobia.

Las clasificaciones de la ansiedad sirven para su concreción y estudio pero raramente se encuentra en la realidad un paciente de libro, una persona que padezca una única de las clasificaciones en las que se divide la ansiedad.




Ansiedad y Ejercicio Fisico

Que El ejercicio físico es sano ya lo sabemos, pero ¿sabemos que el ejercicio nos ayuda a superar nuestro trastorno de Ansiedad?


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Desde antiguo es conocido que el ejercicio físico es muy beneficioso para nuestro cuerpo. La práctica regular de ejercicio mejora considerablemente el funcionamiento de diferentes sistemas corporales: el sistema cardiovascular (corazón y riego sanguíneo), el sistema locomotor, el sistema metabólico (el del aprovechamiento de los alimentos), el sistema endocrino (generación de hormonas) y el sistema nervioso.

Estos beneficios lo hacen indicado en el tratamiento de enfermedades como la hipertensión, la diabetes, el asma o la osteoporosis y para la prevención de otras como obesidad, hernias, e incluso algunos tipos de cáncer. Por otra parte, pese a ser conocido, se empieza a comprobar científicamente que está directamente implicado en la regulación de funciones corporales como la sexualidad, el sueño o el apetito.

El asunto que aquí nos concierne es si el ejercicio físico nos va a ser beneficioso en nuestro objetivo de curar la ansiedad. Cómo un acto físico puede apoyarnos en la superación de un trastorno de origen mental.


Beneficios del ejercicio físico en la Ansiedad



Aunque el trastorno de Ansiedad es un trastorno definido como tal desde hace relativamente poco, es un trastorno que existe desde antiguo. En la medicina oriental, un tratamiento habitual para este tipo de dolencias era el que prescribía la práctica del ejercicio y en concreto del ejercicio de caminar largas distancias.

La medicina occidental ha tardado más en comprender esta situación pero, en el momento actual, son ya varios los trabajos que han aparecido y que relacionan directamente ejercicio físico y ansiedad, corroborando que la practica regular del ejercicio físico resulta útil en la prevención y tratamiento del trastorno de ansiedad.

Estos trabajos se fundamentan el que el ejercicio físico actúa directamente sobre la ansiedad a partir de mecanismos psicológicos y biológicos.


Psicológicos:

Diversos estudios demuestran que el ejercicio físico:
  • Facilita el manejo de las emociones negativas, como la rabia o la ira.
  • Mejora la calidad del sueño.

Las personas que lo practican:
  • Consiguen evadirse de sus problemas mientras lo hacen.
  • Aumentan la fortaleza, seguridad y control tanto de sí mismos como del medio que los rodea.
  • Aumentan su autoestima, tanto por la mejoría en su presencia física como por el mayor control que adquieren de sus capacidades y habilidades.
  • Incrementan las relaciones sociales y se sienten más reforzados.

Se ha demostrado que la práctica regular de ejercicio físico mejora el estado de ánimo.


Biológicos:

La práctica regular de ejercicio físico mejora los sistemas respiratorio y cardiovascular. Un relativamente reciente estudio demuestra que esta mejoría tiene un traslado directo a la forma en la que las personas que practican ejercicio físico de manera regular tienen de superar los procesos de estrés: en ellas el aumento de frecuencia cardiaca y, por tanto, el aumento de la presión sanguínea es menor que en las personas que no realizan ejercicio. En otras palabras, en las personas que realizan regularmente ejercicio físico, ante una situación de nerviosismo, su corazón no necesita aumentar tanto el número de latidos.

Con el ejercicio físico estimulamos y mejoramos el funcionamiento de nuestro sistema inmunitario, lo cual tiene una traducción directa en una mayor capacidad de eliminación de las sustancias nocivas y un incremento de nuestras defensas ante enfermedades. Todos los Ansiosos conocemos cómo este trastorno nos ha debilitado y nos ha hecho más propensos a sufrir enfermedades, algo que podemos combatir con la ayuda natural del ejercicio físico.

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En otros artículos hemos hablado de la importancia de la Serotonina y la Noradrenalina en la regulación de nuestras emociones. El trastorno de Ansiedad, entre otras de sus muchas “gracias” tiene la habilidad de reducir la cantidad que producimos de estas sustancias, dificultándonos mucho el regular adecuadamente las emociones. Tanto la Serotonina como la Noradrenalina pueden ser sintetizadas en el laboratorio, el problema es que luego no pueden ser pasadas a nuestro organismo pues nuestro sistema digestivo las destruye. La solución médica tradicional radica en proporcionarnos fármacos que van a impedir la recaptación de estas sustancias, esto es: que nuestro cuerpo las absorba y así podamos mantener – de manera artificial y forzada - nuestras escasas reservas. Una solución más económica y natural radica en la práctica regular de ejercicio puesto que de este estimula la producción de estas sustancias de manera natural y aumentará nuestras reservas. En este punto también es importante que sepamos que el ejercicio aumenta la producción de cortisol, hormona directamente implicada en la respuesta que nuestro cuerpo ofrece a las situaciones de estrés.

Con el ejercicio físico se mejora la producción de endorfinas (las hormonas de la felicidad). Estas hormonas están presentes tanto en hombres como en mujeres y son las responsables de regular tanto el dolor como la sensación de bienestar. La capacidad que tienen a la hora de producir una menor sensación de dolor es la que ha hecho que tradicionalmente se prescriba la práctica regular de ejercicio a las personas con enfermedades que curan con dolor, como la artritis o las fibromialgias. Las personas con trastorno de Ansiedad tendremos un doble beneficio pues además de disminuir la sensación de dolor en los síntomas de la ansiedad que producen dolor, aumentaremos nuestra sensación de bienestar.



Vemos que los recientes estudios ponen de manifiesto algo que era conocido desde antiguo: que el ejercicio físico es una excelente manera natural de actuar contra el trastorno de Ansiedad. Estos beneficios los vamos a percibir con independencia de nuestra edad o sexo pero, debemos ser conscientes que el ejercicio físico debe ser practicado de manera adecuada a nuestro estado físico actual, incrementando paulatinamente conforme nuestro cuerpo sea capaz de soportar una mayor intensidad.

Las personas Ansiosas tendemos la tendencia a convertirnos en seres hipervigilantes, estando constantemente atentos a cualquier alteración que pueda producirse en nuestro cuerpo. Cuando llevamos mucho tiempo sin practicar ejercicio, algunas personas tendemos a confundir las alteraciones que produce el ejercicio en nuestro organismo con síntomas de ansiedad o ataques de ansiedad. El aumento del ritmo cardiaco, la necesidad de un mayor aporte de oxígeno, la sudoración, etc. son señales del trabajo físico realizado y no de nuestra ansiedad ni de estar sufriendo un ataque de ansiedad, por ello volvemos a insistir en la necesidad de emprender el ejercicio físico de manera pausada acorde a nuestro estado físico inicial.



En este artículo hemos analizado las muchas ventajas que obtendremos tanto en nuestra mente como en nuestro cuerpo al practicar ejercicio físico, beneficios que van a repercutir de manera natural, directa y totalmente beneficiosa en la mejoría de nuestro trastorno de Ansiedad. Unos beneficios que, de no practicar ejercicio, sencillamente no vamos a tener y, por tanto, nos va a resultar más difícil el lidiar y superar nuestro trastorno.



Nombres de la Ansiedad

Neurosis, Neurastenia, TAG, Agorafobia, mutismo selectivo, etc. nombres que, aunque no lo aparenten, esconden un único trastorno, el Trastorno de Ansiedad.


Si hacemos una breve anotación histórica sobre el trastorno de ansiedad, observamos como históricamente la ansiedad no era reconocida como una enfermedad, lo cual no quiere decir que no existiera, simplemente no era diagnosticada como tal y, por tanto, no era tratada.

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En 1769 el psiquiatra escocés William Cullen (en su libro Synopsis nosologiae methodicae) introduce el término Neurosis, para hacer referencia a una afección general del sistema nervioso que no presentaba fiebre ni afección aparente de ningún órgano y que comprometía “los sentimientos” y “el movimiento”.

Esta acepción fue desapareciendo hasta que en 1879 el médico americano Gerge Bear creó el concepto Neurastenia, una afección cuyo cuadro cuyo cuadro clínico giraba en torno a una fatiga física de origen «nervioso» y que comprendía síntomas de los más diversos registros. Un concepto que tuvo especial relevancia en Estados Unidos desde donde comenzó a extenderse, relevancia, entre otras cosas, por que explicaba de manera razonablemente buena el tópico del hombre norteamericano estresado y agotado por el esfuerzo.

Con el tiempo se consideró la conveniencia de especializar las clasificaciones y así, el conocido Sigmund Freud (en distintos trabajos) distingue entre: Neurosis de angustia, Neurosis fóbica, Neurosis obsesiva y Neurosis histérica.

En la actualidad se ha producido una gran especialización en la clasificación de los trastornos, en especial con la idea de una mayor concreción en el diagnóstico y tratamiento.

Así, según la Clasificación Internacional de Enfermedades en su décima edición (CIE-10)

La clasificación principal la encontramos en los grupos:

F40-F49 - Trastornos neuróticos, secundarios a situaciones estresantes y somatomorfos.

F40 Trastornos de ansiedad fóbica
F40.0 Agorafobia
F40.1 Fobias sociales.
F40.2 Fobias específicas (aisladas).
F40.8 Otros trastornos de ansiedad fóbica.
F40.9 Trastorno de ansiedad fóbica sin especificación.
F41 Otros trastornos de ansiedad.
F41.0 Trastorno de pánico (ansiedad paroxística episódica).
F41.2 Trastorno mixto ansioso-depresivo.
F41.3 Otro trastorno mixto de ansiedad.
F41.8 Otros trastornos de ansiedad especificados.
F41.9 Trastorno de ansiedad sin especificación.


También encontramos relaciones con la ansiedad en los grupos:

F06 Otros trastornos mentales debidos a lesión o disfunción cerebral o a enfermedad somática.
F06.4 Trastorno de ansiedad orgánico.
F93 Trastornos de las emociones de comienzo habitual en la infancia.
F93.0 Trastorno de ansiedad de separación de la infancia.
F93.1 Trastorno de ansiedad fóbica de la infancia.




Esta clasificación “teórica” tiene su representación práctica en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación de Psiquiatría Americana (americana pero seguida en mayor o menor medida por toda la medicina “occidental”), quien en su quinta edición (DMS-5), realiza la clasificación:

  • Trastorno de ansiedad por separación.
  • Mutismo selectivo.
  • Fobia específica.
  • Trastorno de ansiedad social (fobia social).
  • Trastorno de pánico (de angustia).
  • Agorafobia.
  • Trastorno de ansiedad generalizada (TAG).
  • Trastorno de ansiedad inducido por sustancias o medicamentos.
  • Trastorno de ansiedad debido a otra afección médica.
  • Otro trastorno de ansiedad especificado.
  • Otro trastorno de ansiedad no especificado.


Todos estos nombres y especializaciones se realizan para un tratamiento más concreto y, en principio, más efectivo de las distintas “ramas” de la ansiedad que, aunque es posible (incluso probable) que sean objeto de artículos específicos en este blog, no pueden dejar de lado el objeto principal de esta bitácora: el trastorno de ansiedad y cómo se cura la ansiedad.


La esencia de la Ansiedad



Si bien existen distintos nombres, son especializaciones que tienen que ver con el detonante de nuestra ansiedad, o con el momento, la frecuencia y la intensidad con que la ansiedad se manifiesta en cada caso concreto.

Pese a los distintos nombres con los que se clasifica, no podemos perder de vista que, en la raíz, estamos hablando siempre del mismo trastorno: el Trastorno de Ansiedad que (como indicábamos en nuestro artículo qué es la ansiedad), es una alteración, un funcionamiento anormal y erróneo del sistema ansiedad.

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La Ansiedad es el nombre con el que nos referimos al sistema que tiene el cuerpo de los humanos de prevenir el peligro y de prepararnos para poder afrontarlo con las mayores garantías de éxito posible.

Un sistema histórico, esto es, un sistema implantado en la parte más interna y primitiva de nuestro cerebro (la amígdala), puesto que se desarrolló en las primeras etapas del ser humano, cuando era poco más que otro animal rodeado de fieras empecinadas en acabar con él y no disponía de una gran fortaleza física para afrontarlos.

Un sistema automático que se basa en ser preventivo y ponerse en marcha cuando percibe las primeras señales de un peligro, antes incluso de que nuestro consciente sea conocedor del mismo.

Un sistema beneficioso que nos ha permitido subsistir hasta el momento presente pero que, en el momento actual, cuando ya no tenemos fieras de las que protegernos, cuando no podemos salir corriendo de nuestros “peligros”, cuando no podemos defendernos luchado (no está bien visto el liarnos a golpes y las consecuencias podrían ser peores que los beneficios), provoca alteraciones “raras” en nuestro organismo.

Alteraciones que se producen en todos los humanos, pues todos tenemos este sistema llamado ansiedad: ¿Acaso no es normal estar nervioso el día antes de una entrevista de trabajo?, ¿Acaso no es normal que la excitación no te deje dormir?, ¿Acaso no es normal tener que entrar al lavabo antes del examen, aun cuando acabamos de ir?, ¿Acaso no es normal que se nos acelere el pulso y empecemos a sudar cuando hemos estado a punto de ser atropellados?, ¿Acaso no es frecuente que estemos dos días dándole vueltas a la cabeza con una discusión que hemos tenido en el trabajo y nos ha parecido injusta (más si consideramos que el jefe está abusando de nosotros)?,etc.

En todos estos casos el sistema ansiedad ha sentido que estábamos en peligro y se ha puesto en funcionamiento, modificando nuestro cuerpo y nuestra mente, obligándonos a visitar el baño, acelerando las pulsaciones o haciendo que nos obsesionáramos con una idea. Es normal, a todos – en mayor o menor medida – nos ocurre.

El problema radica en las personas que tenemos trastorno de ansiedad, tenga este el nombre que tenga. En nuestro caso el sistema ansiedad se ha estropeado y no funciona como debiera y esta alteración del funcionamiento hace que se active cuando no existe un peligro real (lo que conscientemente diríamos que es un peligro), o que se active de una manera desproporcionada a la amenaza y, casi en la totalidad de los casos, que se active y no sepa cuando parar, por lo que se extienda en el tiempo de manera indeterminada.


El trastorno de ansiedad, llamado como sea, es nuestro problema, es aquello que nos impide que tengamos lo que en justicia nos hemos ganado y queremos recuperar:

  • Volver a ser personas sanas.
  • Volver a poder sentir y hacer felices a nuestros seres queridos.
  • Volver a poder disfrutar de aquello que hemos conseguido con nuestro esfuerzo.
  • Volver a poder ilusionarnos.
  • Volver a sentirnos personas completas.


Un trastorno que en esta bitácora te estamos mostrando que podemos y vamos a superar, que aquello que lícitamente deseas conseguir y que no es otra cosa que la salud y curar la ansiedad, recuperar tu persona, es completamente posible y tú lo vas a conseguir.